jueves, 23 de octubre de 2014

Sin opciones


Por: Francisco Layrisse
Los escenarios de ingresos provenientes de la venta del petróleo venezolano anuncian aciagos días para nuestro país. En efecto, el desplome de los precios del crudo en los mercados internacionales se explica en una variada gama de razones entre las cuales destacan la desaceleración de las economías de China y la India por una parte, y por la otra, en el sostenido incremento de la producción del shale oil y shale gas en Estados Unidos. Los norteamericanos en sus explotaciones en el Permian y en Eagle Ford sobrepasan a los sauditas. Las importaciones de crudo de ese país han caído, como consecuencia de sus incrementos de producción, en más de 25% en tan solo un año, con una tendencia a incrementarse en el corto plazo.
El gobierno venezolano ha reaccionado alarmado ante tal situación y voceros del mismo anuncian llamados a concertar en una próxima conferencia de la OPEP una reducción de los volúmenes de producción del cartel en defensa de mejores precios en el mercado internacional. El cartel de la OPEP ha continuado perdiendo participación en el mercado internacional en aras de esa política que en definitiva se ha convertido en un estímulo importante en la búsqueda de fuentes de energía alternativas haciéndolas cada vez más atractivas, económicamente hablando, y de igual manera rentabilizando explotaciones petroleras de alto costo como las mencionadas tanto en las regiones de Texas en Eagle Ford y Permian, así como también las explotaciones petroleras en aguas profundas y en el presal brasileño. La capacidad de maniobra de la OPEP ha mermado a lo largo de los años, su importancia se ha disminuido y su cohesión interna reducido como consecuencia de los enfrentamientos de las facciones religiosas entre sus miembros.
Nuestro país ha perdido igualmente importancia, en una OPEP ya de por sí disminuida, como consecuencia de su caída de producción y de la pérdida de su neutralidad diplomática frente a las difíciles y tensas relaciones entre los distintos países, etnias y religiones del Medio Oriente.
Los intereses geopolíticos de las potencias occidentales apuntan a debilitar los precios del petróleo dificultando de esa manera el creciente expansionismo ruso al quebrantar fuertemente su base exportadora. Por otra parte, menores precios de petróleo implican socavar las fuentes de financiamiento del proyecto del Califato entre Irak y Siria, la reducción de la influencia rusa en Siria. Los países asiáticos como China, Japón e India se ven altamente beneficiadas el desplome de los precios petroleros.
Nuestro país, después de haber prácticamente destruido su plantel industrial en Guayana, de haber aniquilado al sector privado industrial, de haber incrementado la dependencia, como nunca en su historia moderna, de las exportaciones petroleras, se encuentra sin opciones para enfrentar la caída del ingreso petrolero salvo el apretarse el cinturón y aguantar el chaparrón en espera de mejores tiempos.
Las acciones para generar opciones a la caída del ingreso petrolero implican un discurso y acciones diametralmente opuestas a las desarrolladas por el proyecto chavista en esto dieciséis años. Pero quizás lo más grave de la situación que debemos enfrentar es que, aun en el supuesto negado de que el actual gobierno girase diametralmente opuesto a lo que han hecho, a lo que han dicho y repetido hasta la saciedad a lo largo de estos cuatro lustros, es que su credibilidad está por el suelo. No importa qué anuncio en ese sentido, propósito de enmienda, rectificación de errores, puedan hacer Maduro, Ramírez o Cabello, es muy poco que probable los inversionistas serios, de visión de largo plazo, estén dispuestos a invertir un centavo en nuestro país. Solo fondos buitres, de altísima propensión al riesgo lo harían, y ello con ganancias groseras para ello.
Los cambios de política económica que puedan conducirnos a opciones frente al ingreso petrolero, a incrementar la producción de casi cualquier rubro en Venezuela solo serán posibles en el marco de un nuevo gobierno nacional, de una nueva Asamblea, de un nuevo Poder Judicial, de un nuevo Poder Moral, todos ellos con la titánica tarea de alcanzar un mínimo de credibilidad y respeto en el mundo internacional, que permita reestablecer un flujo de fondos, de inversiones en nuestro país; de otra manera la crisis se hará cada vez peor y la salida de ella más difícil.

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