viernes, 7 de noviembre de 2014

Estamos pagando la matanza del INTEVEP y de su Orimulsión










Por: Jaime Requena

Informó PDVSA que de Argelia están llegando varios buques cargados con millones de barriles de petróleo liviano. El gobierno no trae ese crudo para regalarlo aquí como gasolina, ni para refinarlo en Cienfuegos o dárselo a Daniel “el travieso” Ortega.

Lo trae para mezclarlo con nuestro petróleo pesado y venderlo. Para comercializar los crudos pesados de la faja ­la reserva petrolera más grande del globo­ es necesario, primero, bajarles la densidad; hacerlos más líquido.

Cuando se nacionalizó la industria petrolera hacer eso fue una de las prioridades y se decidió dejar en las manos de ciencia y tecnología la búsqueda de una solución. En unos cuantos años el Instituto Tecnológico Venezolano del Petróleo (INTEVEP) la encontró y, por lo demás, muy ingeniosa. Nuestros investigadores lograron patentar un proceso de licuefacción del bitumen mediante un detergente y agua. En 1986 se empezó a vender Orimulsión. Sin duda, Orimulsión y la harina PAN constituyen los logros más trascendentales de nuestros tecnólogos.

Ambos productos pasaron a ser parte de la noción de ser venezolano; arepa y exportador de energía junto a mujeres bellas y “ta’barato, dame dos”.

El éxito de Orimulsión fue demasiado para la burocracia roja rojita y entra en escena un personaje funesto que se encarga de convencer al Comandante Eterno que Orimulsión era basura tecnológica y un pésimo negocio. Bernard Mommer ­el personaje­ aprovechó el paro petrolero para promover la liquidación de la gerencia petrolera tradicional y acabar con se esquema de meritocracia.

Se propuso borrar del imaginario popular la noción de un INTEVEP exitoso. Se empeñó en castigar a quienes habían inventado Orimulsión, ahora protagonistas de la huelga general. Como parte de ese esquema macabro de destrucción de valores, Mommer propuso cambiar Orimulsión por algún otro proceso que le diese salida a los crudos pesados y escogió mezclarlos con crudos livianos.

A pesar de voces de alerta acerca de la inviabilidad de una estrategia que requiere disponer de un gran volumen de petróleo liviano (que no tenemos) para ser usado como diluyente de crudos pesados (que se disponen en cantidad), se procedió a cambiar lo barato ­jabón y agua del Orinoco­ por petróleo bien caro. Se canceló Orimulsión y el INTEVEP fue desmantelado con el despido masivo y televisivo de miles de sus investigadores, el fatídico martes 4 de febrero de 2003. Tratados como perros sarnosos sus investigadores terminaron yéndose a Canadá, USA, México, Colombia y hasta Arabia.

Ante una producción petrolera en declive, compromisos inaplazables de pago de deuda china con petróleo y sin un INTEVEP que genere fórmulas innovativas para darle salida económica a nuestros crudos pesados, no queda otra alternativa que quemar dólares comprándole petróleo a otros.

Estamos pagando la matanza del INTEVEP y de su Orimulsión

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